lunes, 12 de julio de 2010

Panorama interior: La aventura de Norbanova

A través del profesor José Luis Bernal, la asociación Norbanova de Cáceres ha tenido la gentileza de publicarme hace algunas semanas el breve fragmento de un libro todavía inédito en su colección de Poesía. Es evidente que la verdadera literatura siempre estuvo vinculada con cierta generosidad y con el adecuado derroche de entusiasmo. Solo el fervor propio de un buen lector, ese fervor ahora tan inusual y que nunca debería perder quien escribe, permite superar el trance del silencio que tantas veces rodea la prometedora labor de un editor o el divino fracaso de algunos creadores.
Entre tanta arrogante impostura, el ejemplo persistente de mi querido colega Jesús Gómez Flores y de Norbanova merece conocerse, destacarse y defenderse con toda determinación. Sabemos que la dedicación editorial que procura ser justa y construir la cultura desde el andamio de la imparcialidad ha sido siempre ingrata. Muchos ejemplos -y alguno extremeño y reciente- podrían socorrer esta tajante afirmación. Más que de cualquier juicio, el editor virtuoso teme la espesa ingratitud del silencio pero olvida que la nombradía es un tejido abigarrado, de extrañas alianzas, envidias y "adolescencias" y no poca arbitrariedad que a veces esconde la virtud. Aún sabiéndolo, no debe extrañarnos esta preocupación. Sabe bien  Jesús Gómez que no hay nada mas difícil de juzgar o entender que el silencio.
Estos días, leyendo un breve ensayo de Natalia Ginzburg sobre la verdadera justicia, volvía a toparme con un lúcido análisis del lastre de la ambigüedad, de la perezosa tibieza de quienes no saben valorar la importancia de una correcta labor. Norbanova demuestra la importancia de iniciativas privadas que siembran la cultura con sencillez en una sociedad que ha sostenido iniciativas ejemplares en los últimos treinta años y que debería estar preparada para caminar sola, sin la mano institucional, siempre beneficiosa pero no imprescindible.
Si el silencio no está justificado, como es el caso, sólo debe considerarse como una señal para persistir.