viernes, 11 de febrero de 2011

Panorama exterior: Expolio en el Museo de El Cairo

La violencia descubre precozmente la debilidad y el inmenso valor de los bienes culturales y en especial de los más frágiles y remotos. Los sucesos de Egipto han desencadenado, como cabía esperar, el expolio de algunas piezas arqueológicas de incalculable valor del famoso Museo Nacional de El Cairo. Pocos  lugares saben tanto de expolio como Egipto pero esta no es una cuestión nacional, no es una cuestión de soberanía, no es, como grita  con rabia el Sargento Primero Edward Wels al abrumado Capitán Staros en La delgada linea roja, "una cuestión de propiedad". Nos roban a todos, a todos nos saquean y empobrecen, a todos nos humillan traficando con la voz más valiosa del pasado.
En una ocasión, no hace mucho tiempo, el embajador de la Liga Árabe, precisamente egipcio, me abordó en un acto oficial para comentarme que había conocido mi interés por la defensa del Patrimonio Histórico en Andalucía. Tiene una gran responsabilidad, me dijo, porque nosotros perdimos lo que aquí perdura y los árabes necesitamos desesperadamente que este Patrimonio permanezca. Lo entendí muy bien porque esa misma sensación la hemos sentido muchos españoles al otro lado del Atlántico, cuando hemos contemplado la traza intacta de ciudades que se alzaron un día no tan lejano en las sierras de Andalucía o en los páramos de Castilla.
Ya pasó todo esto en Kabul donde pudo salvarse milagrosamente el tesoro de Bactria, ya pasó en el Museo Nacional de Irak, donde se sustrajeron tablillas de arcilla que nos asomaban a la cuna de nuestra civilización y puede pasar o está pasando en un lugar que es referencia esencial para nuestra especie y para toda la arqueología como es el Museo Nacional de El Cairo.
La agitación social propicia el desorden que incumple la legalidad pero, a veces, también propicia la justicia más duradera. Confiemos que así ocurra en Egipto. El respeto que se tenga a los delicados frutos de su inmensa cultura será una buena medida para calcular la esperanza.