jueves, 2 de septiembre de 2010

Panorama exterior: Llanuras de La Calahorra

La acertada decisión de proteger las llanuras que rodean al imponente castillo de La Calahorra, me compensa levemente el disgusto de hace pocas semanas por el daño sufrido en la Catedral Primada por el estruendo de la impertinente mascletá que la autoridad municipal acaba de instaurar en la ciudad de Toledo. Las grandes fortalezas siempre se han utilizado como ejemplo de la necesidad de proteger el entorno relacionado que las circunda. Pocos edificios conversan de manera tan patente con aquello que les rodea. He visto falsas fortalezas puramente decorativas y ancladas en la orilla de frondosos bulevares de ciudades remotas que añoraban la memoria del Medievo legendario y que solo podían engañar a los niños mas soñadores. Cuidadosas fortalezas legendarias, como la Torre de Belem, ubicada en la  desembocadura de nuestro Tajo, bellísimo baluarte de artillería que sólo puede ofrecer al invasor de Lisboa el estupor de su equilibrada belleza para vencer el asedio.
Pero las verdaderas y auténticas fortalezas dialogan más que ningún otro edificio con el rigor  provechoso de la naturaleza: El suave collado castellano, el pico inaccesible de fortalezas apartadas, como mi admirado Marvao, sobrios árboles milenarios, el río caudaloso que las abraza como hace el Guadiana con la austera alcazaba de Badajoz, una relación que se produce sobre los precedentes elementos de un entorno natural que sirve para  disuadir, para incrementar su fuerza defensiva, para abastecer o tranquilizar a los defensores. Construir una pequeña central térmica en el preciso recodo de un río que aísla un pequeño castillo, puede ser tan dañino como mandarla construir en su patio de armas.
Por eso esta decisión de proteger una llanura de la Andalucía más austera y celeste se convierte en un indudable acierto que jalona la defensa eficaz de nuestra historia. Para proteger una llanura es necesario contar con una profunda visión del mundo y de su entendimiento. Mi enhorabuena a quienes hayan sido capaces de proponer y asumir esta manera de mezclar los perfiles del tiempo.
Por cierto ¿cómo son ahora las fortalezas? Alguien las ha visto, alguien sabe de qué forma se integran en el paisaje? ¿Dejaron, tal vez, de construirse o es que ya no es posible defenderse del  fuego de las armas?