jueves, 3 de junio de 2010

Panorama interior: Regreso

El trabajo de algunas personas permite afrontar su vida cotidiana como una suerte de marcha y de regreso. He sentido la obra de diversos poetas como simples manifestaciones de un regreso doméstico y perpetuo. El ejemplo más habitual -el de Luis Pimentel en Lugo- se cernía sobre el angustioso tedio de su entorno urbano, sobre su profesión médica, sobre las largas tardes de sanatorio y tristeza, sobre los viajes nunca emprendidos, siempre soñados.
Estos días, he regresado hasta la discreta vida ilustrada a través del regalo de un buen amigo, la obra completa de Elena Martin Vivaldi que publicara recientemente -con su habitual acierto- la Fundación Jorge Guillén. Por si fuera poco, mi amigo Luis Javier Moreno me envía, tras un encuentro azaroso en Granada, la serie de Poemas escogidos (1965-2005) que le ha publicado la Junta de Castilla y León en su colección Barrio de Maravillas.
Cuántas veces me han alejado de este menester tan ávido e ingrato, alguna mano amiga me ha conducido de nuevo y suavemente hasta el redil de la palabra encendida. Algo querrá decir esta certeza. Regresar desde el trabajo hasta el trabajo más verdadero es igual que un viaje que no espera el retorno. Esto solo lo sentimos adecuadamente quienes habitamos lugares fronterizos.